NIZA
Eran poco más de las 6h30’ de la mañana y casi 2500 triatletas nos peleábamos dentro del agua de la playa Beau Rivage en Niza para completar los 3800 m del segmento natatorio. Unos minutos antes los participantes nos preguntábamos unos a otros cuál era la primera boya, cuál la siguiente, la última o si había que dejarlas a la izquierda o a la derecha. Yo al final opté por no calentarme la cabeza: a pataes i carxots la manada me iba a llevar y así fue: qué sensación más mala el tener que nadar dentro de semejante marabunta. Los manotazos, codazos, patadas e incluso gente pasando por encima de uno se sucedían y el coger ritmo me costó bastante; quizá no lo conseguí hasta un poco antes de la primera boya situada a 1000 m de la salida.
Kickboxing acuático…
Como reza el dicho, a la tercera va la vencida y en este mi tercer Ironman me ha salido mi peor parcial de natación: 1h10’. Tampoco podía esperar gran cosa ya que una caída en bicicleta dos semanas antes me había producido unas heridas en rodilla y mano que no me han permitido entrenar esta disciplina en todo este tiempo, y esa herida en la mano me molestaba bastante cuando tocaba a otro nadador y al principio era muy difícil evitarlo si no era dejando hueco entre los que me precedían y yo, y este hueco era rápidamente tapado por otro u otros nadadores. Un sin vivir…
Así que con estas sensaciones me dispongo a afrontar los 180 km de ciclismo y la verdad es que, gracias a un vendaje que me hizo en la mano mi amigo el Peque, pude agarrarme al manillar sin apenas molestias completando los primeros 40 km a 30 por hora de media y muy buenas sensaciones teniendo en cuenta que ya había ascendido más de 400m. Aquí me pensaba que iba a ser un paseo glorioso, pero la “gloria” me llegó después cuando empezó a calentar el sol y subimos el Col de l’Ecre que aunque no tiene grandes rampas se hace muy largo. Concretamente 20 km.
Después de este puerto viene una bajada en la que se puede correr bastante y en la que me entra un bicho en el casco, me lo quito, se me caen las gafas, paro como puedo y vuelta atrás para recogerlas (por suerte nadie las pisó). Conclusión: en estos casos es preferible parar; te evitas sustos y al final pierdes menos tiempo.
Concluyo el ciclismo bastante tocado por la fatiga, el calor, las barritas, geles e isotónicas que me tienen asqueado y un dolor en la planta de los pies producido por más de seis horas de continuo pedaleo. De hecho, en los últimos 5 km que se hacen en paralelo con el recorrido de la maratón donde ya hay muchos atletas corriendo, a mi no dejan de pasarme ciclistas que han sabido guardar mejor sus fuerzas.
Entrando en boxes y pensando en la maratón.
Cambiándome de zapatillas me pregunto si podré con la maratón ya que aparte del calor y las malas sensaciones, el dolor de pies me ha impedido realizar la transición corriendo pero recuerdo que en Lanzarote me pasó lo mismo y, sin embargo, no tuve problemas con los pies en la maratón.
Efectivamente, empiezo a correr y las molestias se disipan completando los primeros 6 km a un ritmo para mí muy bueno: 5 minutos y pocos segundos el kilómetro. A partir de aquí toca dosificar fuerzas e hidratarse en cada avituallamiento así como tomar algún gel de vez en cuando aunque no haya ganas.
Completando la segunda vuelta: ¡MEDIA MARATÓN COMPLETADA!
Empiezo la segunda mitad de la maratón con la calculadora a tope en la cabeza: Es factible terminar la maratón en cuatro horas justas y el Ironman por debajo de las doce horas, así que pienso en parar lo menos posible en los avituallamientos (hay uno cada 1,7km), lo justo para andar un poco mientras bebo ya que corriendo me cae más líquido fuera que dentro de la boca.
Terminando la tercera vuelta: ¡Una más y esto se acabó!
De vez en cuando intento comer algo, un gel, un trozo de plátano pero siempre termino con un buen trago de agua porque estoy harto del sabor dulzón de los mismos.
Después de casi cuatro horas de maratón en las que me he obligado a pensar siempre en positivo desde el kilómetro dos: “Vamos Javier, sólo tienes que repetirlo veinte veces más”. Kilómetro cuatro: “Diez veces lo recorrido y pa casa”, el ocho: “cinco veces esto y a descansar” y así sucesivamente hasta que llego al kilómetro cuarenta y me digo: “Ahora hay que darlo todo”, y lo doy: Me salen a 5’30’’ cada uno de estos dos kilómetros, ya no había más gasolina que quemar. Menudo sprint final…
Al final, como siempre, estos últimos momentos pagan todo el sufrimiento de la prueba:
Y lo mejor del Ironman, haberlo compartido con tres grandes triatletas: José María, Alberto y el Peque.
Y por supuesto esto no habría sido lo mismo sin la presencia de nuestras fotógrafas oficiales Patricia y Arantxa (que estuvieron al pie del cañón durante más de 16 horas).
Al final todos contentos, los que se estrenaban en la distancia consiguieron terminarlo y los que repetíamos mejorábamos nuestras marcas personales.
FINISHERS!
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1 comentarios:
eres una putamaquina!!!
Enhorabuena con retraso... eres un gran ejemplo a seguir de optimismo y disciplina!!!
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